martes, 28 de julio de 2009
miércoles, 22 de julio de 2009
sábado, 18 de julio de 2009
jueves, 16 de julio de 2009
lunes, 13 de julio de 2009
Tachón
Acabo de decidir que no me gusta mi anterior entrada, pero no la voy a borrar, solo voy a escribir encima. Porque cuando escribo en papel no borro, tacho. Que borrar es el peor pecado del mundo.
Es que no quería hablar de nada de lo que he hablado, quizá del inexplicable hecho de que mi encargada me llame Mari sí, pero del resto no.
Yo quería hablar de Argentina, de los límites de la legalidad, de los libros de esoterismo de la/el Fnac, muy cerquita de los de Filosófía y los de Historia, que vosotros no lo sabéis, pero por las noches se hablan a gritos.
Quería hablar de los vestidos de lunares, de que estoy harta de que hablen en la tele de Michael Jackson como si fuera el único muerto del mundo, y de las ensaladas de verano.
De lo mucho que pesan los packs de 24 latas de cocacola y el miedo que paso al subirlos a "la quinta altura" (que suena a título de película americana, aún no he decidido si mala o buena) por si se me caen en la cabeza, y de lo precioso/a que es Madrid. Porque eso nunca me cansaré de decirlo. Es jodidamente precioso/a.
Hoy me he clavado un cristal.
Es que no quería hablar de nada de lo que he hablado, quizá del inexplicable hecho de que mi encargada me llame Mari sí, pero del resto no.
Yo quería hablar de Argentina, de los límites de la legalidad, de los libros de esoterismo de la/el Fnac, muy cerquita de los de Filosófía y los de Historia, que vosotros no lo sabéis, pero por las noches se hablan a gritos.
Quería hablar de los vestidos de lunares, de que estoy harta de que hablen en la tele de Michael Jackson como si fuera el único muerto del mundo, y de las ensaladas de verano.
De lo mucho que pesan los packs de 24 latas de cocacola y el miedo que paso al subirlos a "la quinta altura" (que suena a título de película americana, aún no he decidido si mala o buena) por si se me caen en la cabeza, y de lo precioso/a que es Madrid. Porque eso nunca me cansaré de decirlo. Es jodidamente precioso/a.
Hoy me he clavado un cristal.
El puñetero trabajo no me deja tiempo ni para respirar. Y casi mejor, porque no quiero respirar el aire caliente que hay en la calle.
No me gusta el calor, y no me gusta que me duelan los pies, ni cortarme con el cartón, ni que mi encargada me llame Mari.
Me gusta que vayan a pagarme después, y saber que ninguna de mis compañeras tiene ni idea de quién cojones es Buddy Holly.
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