Cuando entró por
primera vez
en la que sería su
nueva casa
crujió los dedos,
cerró los ojos
y respiró.
Recordó el bote de
champú
que había dejado a
propósito
en una esquinita de
la bañera.
Así él siempre
tendría la tentación
de volver a olerla
por las mañanas.
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